martes, 5 de octubre de 2010

Cuatro jóvenes llenos de vida.

Cuatro jóvenes llenos de vida.

No sé cómo no notan este malentendido generalizado que los cuatro alemanes tengan algo que ver con el mundo emo. Quizá los cabellos negros y el maquillaje oscuro de Bill han tenido su parte, pero diría que no servía ni siquiera la excavación tanto en profundidad para entender que Tokio Hotel están lejos de ser de otro mundo.

Quisiera que totalmente fueran fuera de las plazas de toros el día de un concierto, nos encontraríamos con chicas y chicos, niños, adolescentes y adultos, estudiantes y trabajadores, nos encontrarían una variedad de colores, formas y géneros innumerables. ENCONTRARÍAN un público heterogéneo, en la que seguramente existe también alguien con el cabello parado y los leggis leopardos, pero no son los unicos ni la mayoría y, sobre todo, una cosa no depende de la otra.

Yo en esos cuatro jóvenes no puedo que ver valores positivos. No son de filosofía y no pretenden cambiar el mundo, cierto. Pero son cuatro chicos jóvenes que con el compromiso, la perseverancia, la pasión y sí, un poco de suerte, han llevado adelante un sueño, y con determinación han llegado a realizarlo. Un sueño sano, limpio, hecho de notas y cuerdas de guitarra, un sueño que se llama música.



Son cuatro personas que ponen el corazón y el alma en lo que hacen, que se comprometen con la máxima seriedad y no dejan nunca de querer aprender. Respetuosos, humildes y educados, a dicha de quien los haiga escuchado, no constituye el director de orquesta que les ha acompañado a San Remo.Este es el que transmiten. Y no, no estoy diciendo que no sean de estar en la tierra. Son cuatro seres normales que son, escuchados y juegan como todos los que estén, que dentro de los límites concedidas por su estatuto de superioridad salgan, ven amigos, llevan s sus perros. Pero son también cuatro jovenes de los que muchos, jóvenes y menos jóvenes, famosos y no famosos, tendrían algo que aprender.

Y sus canciones hablan de seguir sus sueños, de ser ellos mismos, de esperanza y de amor en todas sus formas. No veo cómo se puede decir o pensar que algo o sugerir ciertos comportamientos nocivos. El encuentro ofensivo contra ellos y, que su música y sus caras gustan o no, no se lo merecen.


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